Hace unas semanas mi hija de tres años estaba tratando de acariciar a un perro pequeño y el perro se dio la vuelta y la mordió. Hay algunas cosas importantes que aprender de esta experiencia.
Primero, mi hija no estaba herida, pero estaba asustada. En segundo lugar, mi hija es la niña más dulce, amable, tranquila, pero eso no importa. Por último, el incidente temeroso ha cambiado la forma en que mi hija mira a los perros de todos los tamaños y probablemente así será siempre.